martes, 5 de mayo de 2015

La Guardia de los Reyes IX: Archeros de Borgoña

Los Archeros de Borgoña, Guardia Borgoña o Guardia de la Cuchilla fue uno de los tres cuerpos integrantes la Guardia Imperial Española junto a la Guardia Amarilla y la Guardia Tudesca, entre el siglo XVI y XVII.

Fue formada en 1502 por el el Archiduque de Austria Felipe (el hermoso, que luego sería Rey Felipe I de Castilla) a partir de una unidad de caballería de Borgoña, cuando vino a España como su guardia personal, que tras la coronación continuarían en activo. Su función era proteger los patios y los alrededores del Palacio Real, o el interior si se requería, por lo que era usual verlos a caballo.

Además de la espada ropera, su arma principal era el archa, una lanza con la punta muy ancha, en ocasiones en forma de cuchillo enorme, de ahí el nombre de la unidad. Su indumentaria era muy parecida a la de la Guardia Amarilla, pero adaptada a ser usada a caballo, como botas altas en lugar de calzas, medias y zapatos, y vestían media armadura.

Una curiosidad es que siempre tuvieron reputación de poco fiables, ya que corrían rumores de que su lealtad no estaba con la corona española.





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La Guardia de los Reyes VIII: Guardia Tudesca

La Guardia Tudesca, Guardia Alemana, o Guardia Blanca era uno de los tres cuerpos que integraban la Guardia Imperial Española junto a la Guardia Amarilla y los Archeros de Borgoña, entre el siglo XVI y XVII.

Fue formada por el Rey Felipe I en 1519 a partir de una compañía de soldados alemanes que lo acompañaron en su vuelta, y se emocionaría con su bravura o algo, haciéndoles guardias de honor (como si no hubiese suficientes cuerpos de guardia...). Se les permitió continuar sus costumbres y tradiciones de la orden militar tudesca a la que pertenecían. Su número, desde sus inicios rondó los 100 efectivos, siempre reclutando de soldados de origen alemán. Su función era la protección del Rey, sus familiares y personalidades y dependencias del gobierno.

Su uniforme era como el del resto de la Guardia imperial: librea, calzas y medias, sombrero y capotillo, pero en colores amarillo y blanco, a excepción del gorro o sombrero, que era rojo. Su armamento constaba de alabarda y espada ropera. Ocasionalmente pudieron llevar también morrión y peto.

Aunque seguramente hacian muy bien su trabajo, un problema que había con esta unidad era su nacionalidad. Los españoles, y más en esa época con el orgullo del Imperio y todo eso, tendían a menospreciar a los extranjeros, por lo que esta tropa no era vista con muy buenos ojos que digamos...



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La Guardia de los Reyes VII: Guardia Amarilla


En la España de los siglos XVI y XVII llegaron a estar en activo a la vez hasta cuatro unidades dedicadas a la protección del rey: los Monteros de Espinosa, de los que ya hablamos, que eran como los más íntimos y cercanos, y la Guardia Imperial, que estaba formada a su vez por la Guardia Amarilla, la Guardia Tudesca y los Archeros de Borgoña, que funcionaban de forma independiente. Lo que venia siendo un caos.

La Guardia Amarilla, también conocida como Guardia de Alabarderos, Guardia Española, fue creada por el Rey Fernando V de Castilla en 1504, como guardia personal, compuesta inicialmente por 50 soldados, que fue aumentando con el tiempo hasta alcanzar la cifra de entre 100 y 150. La principal función de esta tropa era era guardar el palacio, y proteger al Rey, sirviendo de escolta actos públicos, viajes o en el campo de batalla.

Su nombre de Guardia Amarilla proviene del cambio de uniforme que realizó en Rey Carlos I de España de rojo y blanco a amarillo y rojo, manteniéndose este color hasta la caída de la casa de Austria, aunque con cambios de diseño ajustándose a las modas. Su uniforme constaba de la librea amarilla y roja, capotillo, calzas y medias, morrión o sombrero con los mismos colores (dependiendo de la ocasión). Como armamento principal portaban una alabarda, llevando además una espada ropera para combates más cerrados. De armadura llevaban el Morrión, y dependiendo de la época, un peto.

Esta unidad solía estar integrada por soldados escogidos por recomendación entre veteranos que habían servido en los tercios. Además debían ser españoles (como era de suponer), hidalgos, cristianos viejos y de buena planta. Una vez dentro del cuerpo, no solo recibían entrenamiento excepcional, sino también pagas elevadas.

Uniforme de la Guardia Amarilla en tiempos de Felipe II.

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